Como profesionales dedicados al asesoramiento nutricional en Gijón, sabemos que el metabolismo es un término que solemos escuchar a menudo cuando se habla de pérdida de peso, pero pocas veces se comprende en profundidad su verdadero papel. En esencia, el metabolismo es el conjunto de procesos químicos que ocurren en nuestro cuerpo para mantenernos con vida: desde respirar y digerir los alimentos hasta reparar células y regular la temperatura corporal. Cada una de estas funciones consume energía, lo que se traduce en calorías.

Una de las ideas más comunes es que tener un “metabolismo rápido” facilita adelgazar, mientras que un “metabolismo lento” lo dificulta. Si bien esto tiene algo de cierto, no es la única variable que influye. La tasa metabólica basal (TMB), que es la cantidad de energía que el cuerpo necesita para funcionar en reposo, varía según factores como la edad, el sexo, la genética, la composición corporal y el nivel de actividad física. Por ejemplo, las personas con mayor masa muscular tienden a quemar más calorías incluso cuando no están haciendo ejercicio.

Sin embargo, el metabolismo no actúa en solitario. Nuestra dieta, el tipo de ejercicio que hacemos, el descanso e incluso el estrés juegan un papel clave. Comer menos de lo necesario durante mucho tiempo puede hacer que el metabolismo se ralentice como una forma de protección del cuerpo. Esto explica por qué algunas dietas muy restrictivas no solo son ineficaces a largo plazo, sino también perjudiciales.

La buena noticia es que el metabolismo puede ser influenciado. Aumentar la actividad física, especialmente con ejercicios de fuerza, ayuda a desarrollar músculo y, con ello, elevar el gasto energético diario. Dormir bien y mantener niveles adecuados de hidratación también contribuyen al funcionamiento eficiente del metabolismo.

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